Monday, January 30, 2017

Otra Joyita legionaria, también abandona la Legión y el Ministerio

Las Perlas al Collar

Así respondió Marcial Maciel cuando le preguntaron por qué, a diferencia de otras Congregaciones, había buenos religiosos en la dirección general: «Las Perlas al Collar». La pregunta la formuló un joven en el Cursillo de Formadores en una sesión de “questions”.

Se habían referido al caso de Javier de la Torre Castaño y su excelente labor en la pastoral juvenil… aunque en la jerga legionaria dijeron “su excelente labor en los clubes del ECYD”. Actualmente Pbro. Javier de la Torre, español pero ya incardinado en la arquidiócesis de Moneterrey, México.




Javier ingresó a la dirección general en 1999 realizando su juramento de “limpiar cristales” ese mismo año (en noviembre)… ¿Qué hizo? ¿Cuál era su área? ¿De qué se encargaba? No lo sabemos. Pero él, al igual que muchos otros de la DG pudieron tener un conocimiento más “profundo” del verdadero rostro de la Legión. Incluso los encargados de la portería aunque estaban lejos de los papeles y documentos, se enteraban de bastantes cosas: llegadas, salidas, pedidos a la farmacia (¿medicinas para Nuestro Padre o para algún padre inquieto como el P. Pablo Pérez?), hora de entrada y/o salida por la madrugada (había que abrir el portón). ¿Por qué Carlos Skertchly algunas veces llegaba tarde? ¿Qué él no era el “jefe” de las reuniones de personal? ¿Qué hacía fuera del centro por la noche? ¿Encargos? ¿De qué tipo?

Es interesante constatar cómo muchos miembros de la Dirección General considerados “perlas” o “joyitas” con conocimiento “interno” de la Congregación han ido saliendo paulatinamente. El último de ellos, otra joyita del sistema legionario: Rogelio Aguilera, quien al igual que Alejandro García (el del pianito) también dejó el ministerio.

No puede haber alegría por un sacerdote que deja el ministerio, pero ciertamente hay alegría por un hombre que encuentra su camino o inicia la búsqueda del mismo. Cientos de vocaciones en la Legión fueron inducidas producto de la maquinaria de reclutamiento.

Headquarters de la multinacional "Legionarios"


¿Cómo llegó Rogelio Aguilera a tener conocimiento de tantas cosas? Para llegar a la Dirección General se requiere una fuerte adhesión al sistema. Aunque es necesario añadir que no todos los de la DG tienen dicha adhesión, por eso sólo se dedican al “equipo auxiliar” o dentro de la secretaría/administración general a labores “genéricas”. Quienes logran ocupar algún puesto más “delicado” son previamente “valorados”. Tal fue el caso de Rogelio…

En primer lugar su currículum formativo: los formadores de su conciencia legionaria habían sido nada menos que Rosalío Elizondo (fue su maestro de novicios), Jesús María Delgado, Carlos Mora y Donal Clancy. Así, llegó a la Dirección General como humilde escribano, es decir redactor de correspondencia en la Secretaría General. Puesto que ocupó varios años hasta llegar a hacerse cargo del equipo de redactores; esto último es lo que le permitió acceder a mucha más información. Como Jefe del Departamento debía no sólo supervisar, sino coordinar las comunicaciones. La petición de redacción de un simple protocolo de autorización podía concretarse en una “página simple”: saludo, motivación, autorización o rechazo, despedida… pero el redactor y el Jefe de área habían tenido acceso a las comunicaciones “internas”, juicios, opiniones, razonamientos crudos, etc. «el DG me pidió que le comunicara que no le ha parecido conveniente, bla, bla, bla». Quizás la iniciativa era buena y conveniente, pero el área de la vida religiosa dijo que era un religioso problemático, o que podría haber conflicto con el Padre N, o que había planes para otro apostolado, o que la federación, etc., etc. La comunicación se redacta en bonito, en positivo, en politically correct y se esconden las causas verdaderas cuando la Verdad no acomoda… Emblemáticas son aquellas comunicaciones con indicaciones de “encapsular” a alguien, según supimos por Eloy Bedia… pero es otro tema.

Testimonio inducido de Rogelio en la página legionaria (imagen de enero de 2017)


Después de un tiempo, y ante la inquietud creciente de Rogelio Aguilera y sobre todo a raíz de los conflictos que su hermano exlegionario había tenido con la Legión (por derechos de autor de sus propios libros), salió “al apostolado” donde ante muchas inquietudes, entre ellas la ausencia de carisma, decidió buscar lo que Dios quería de él llevando una vida auténtica.

Rogelio no tenía la presencia mediática de Alejandro García, ni la propaganda como “superior” que tuvo José Luis Covarrubias; pero fue otra joyita del sistema legionario, al igual que Javier de la Torre, en su momento incluso consentido del camaleónico Arrieta.

Cuando Velasio de Paolis pronunció aquel hipócrita “parlate tra di voi, ditevi le cose” era imposible hablar con Rogelio; simplemente no daba espacio en su percepción de la realidad a las cosas que institucionalmente había hecho la Legión con tantas víctimas… debió de pasar mucho tiempo de reflexión y apertura sincera a la verdad para que esa “joyita” legionaria, dejara de serlo y pasara a ser una joya de Dios.

La historia de Rogelio continúa en su vida; nosotros nos quedamos con el contraste tremendo que se da en tantos casos de vocaciones inducidas a la Legión. En su testimonio “vocacional” Rogelio escribió «¿Sabes por qué jamás lo he dudado?» …más adelante narra que « ingresé al curso de discernimiento vocacional, aunque yo ya estaba decidido y seguro de mi llamado». Hoy sabemos que en lugar ser discernimiento vocacional, deberíamos hablar de adoctrinamiento. La decisión de Rogelio es otro testimonio más del fracaso legionario, como en su día dijimos de Santiago Oriol, de Thomas Berg, de Caesar Atuire y de tantas y tantas de la voracidad legionaria.

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